El claustro, construido durante la primera mitad del S. XV, en un primer momento, da la impresión de ser más antiguo, sobre todo si se compara con las soluciones arquitectónicas que se están adoptando en la nueva cabecera de la iglesia, de la cual es contemporáneo.

De planta cuadrada, está organizado por cuatro galerías, que dejan en el centro un espacio abierto con el pozo.

Sobre un alto podio descansan dobles columnas unidas a bisel que soportan la arquería, sobre la cual descansa el muro de cierre y sostiene la techumbre plana de madera que cubre las crujías.

En el ángulo SO., el podio se corta, dando origen a seis arcos que permiten el acceso al espacio central, quedando restos en los laterales de dos contrafuertes que soportaban la cubierta del templete de la fuente.

Lo más hermoso del claustro es su colección de capiteles y cimacios que rematan las columnas. A lo largo de sus galerías, se repiten más de cuatrocientas representaciones que decoran tanto las cuatro caras de los capiteles como de los cimacios, el trasdós de los arcos o sus enjutas.

Son temas geométricos, vegetales o escenas de la sociedad bajomedieval:
Las referencias a la Orden de Santo Domingo serán constantes a lo largo de las cuatro galerías, mostrando diferentes planteamientos iconográficos, para expresar siempre una misma idea: la predicación y la defensa de la doctrina cristiana.

Para hacer un recorrido por el claustro y localizar los capiteles, se comenzará por la galería Norte, siguiendo por la Oeste, la Sur, y la Este. Su numeración es: capitel nº 1, el primero que se encuentra al iniciar el paseo por la galería Norte y así de forma sucesiva hasta el nº 85, último de la galería Este.

La denominación de las caras es: